Él décimo premiado

La gente juega a la lotería con la intención de conseguir el gordo. Pero yo había comprado el décimo premiado. Incluso antes de que se celebrase el sorteo.

Porque aquel boleto , era una simple excusa para provocar un reencuentro, aparentemente casual, con alguien a quien aprecio y admiro. Después de mucho tiempo sin vernos.

Había resultado agraciado con una conversación agradable y sincera. Con un intercambio de miradas, ahora que la mascarilla nos tapa la cara. No hubo abrazos, ni besos, Pero unos ojos brillantes bien pudieran delatar que aquel, era un instante especial.

Y el premio obtenido, no era menor, porque durante un ratito, se me olvidaron las tristezas. Desaparecieron agobios y tensiones. Respiré libertad a pulmón lleno. Disfrutando de un momento inolvidable. Por un rato, volvía a sentir que era yo mismo, y no el que ven los demás.

Ahora, pasado el sorteo, he guardado con singular primor ese trozo de papel en un sobre, dentro de mi cajita de cosas especiales. Porque cuando lo abra, con total seguridad , conservará su perfume. El de ella y el de los momentos únicos que vale la pena vivir.

No me ha tocado ni un céntimo de euro. Pero he sido agraciado con un premio mayor al que nunca imagine. Ese décimo no tiene precio. Es el llamado valor sentimental. Sencillamente incalculable.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.